Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo (cf. Mt 2, 2) Semana de oración por la unidad de los cristianos

INTRODUCCIÓN AL TEMA PARA EL AÑO 2022
«Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente
y venimos a adorarlo» (Mt 2, 2)
Según el Evangelio de Mateo (2, 1-12), la aparición de la estrella en el
cielo de Judea es una señal de la esperanza que durante tanto tiempo el
pueblo había aguardado. Es la señal que condujo a los Magos y a todos
los pueblos de la tierra al lugar de la manifestación del verdadero Rey y
Salvador. Esta estrella es un don, un signo de la presencia del amor de
Dios para toda la humanidad. Para los Magos fue la señal de que un rey
había nacido. Con su resplandor, guía a la humanidad hacia una luz más
intensa, la nueva luz de Jesús, que ilumina a cada persona y nos introduce
en la gloria del Padre y en su esplendor radiante. Jesús es la luz que ha
entrado en nuestras tinieblas cuando se encarnó en la Virgen María, por
obra del Espíritu Santo, y se hizo hombre. Jesús es la luz que traspasó las
tinieblas del mundo cuando se anonadó a sí mismo y se hizo obediente
hasta la muerte por nuestra salvación. De esta forma ilumina nuestro camino
hacia Dios, para que podamos llegar a conocer al Padre y conocer el
amor que nos tiene; el amor del que entregó a su Hijo único por nosotros,
para que quien crea en él no llegue a perecer, sino que tenga vida eterna.
Los Magos vieron la estrella y la siguieron. Tradicionalmente los comentaristas
han considerado las figuras de los Magos como un símbolo
de la diversidad de los pueblos conocidos en ese momento, y un signo de
la universalidad de la llamada de Dios representada en la luz de la estrella
que brilla desde el Oriente. Igualmente, la incansable búsqueda del
recién nacido por parte de los Magos es expresión del hambre de verdad,
bondad y belleza de toda la humanidad, que, desde el comienzo de la
creación, ha experimentado en su corazón el anhelo de Dios, deseando
poder alabarlo. La estrella apareció cuando el divino Niño nació en la
plenitud de los tiempos. Anunciaba la tan esperada intervención salvífica
de Dios, que dio comienzo con el misterio de la encarnación.
Los Magos manifiestan la unidad de todos los pueblos deseada por
Dios. Viajan desde países lejanos y representan diversas culturas, impulsados
por la misma hambre de ver y conocer al rey recién nacido y, juntándose
en la pequeña casa de Belén, adoran con sencillez y ofrecen sus
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regalos. Los cristianos están llamados a ser una señal ante el mundo de la
unidad que Dios trae consigo. Procedentes de diferentes culturas, razas
y lenguas, los cristianos comparten una misma búsqueda de Cristo y un
deseo común de adorarlo. La misión del pueblo cristiano es, por tanto,
la de ser un signo, como la estrella, que guíe el anhelo de Dios de toda la
humanidad hacia Cristo, y convertirse en mediación para que Dios lleve
a cabo la unidad de todos los pueblos.
Los Magos rinden homenaje al Niño abriendo los cofres de sus tesoros
y ofreciendo sus dones que, desde la antigua tradición cristiana, se han
entendido como signos de la misma identidad de Cristo: oro por su realeza,
incienso por su divinidad y mirra presagiando su muerte.
La diversidad de dones, por tanto, es expresión de los distintos puntos
de vista que cada tradición cristiana tiene de la persona y obra de Jesús.
De manera que, cuando los cristianos se reúnen y abren sus cofres y sus
corazones para rendir homenaje a Cristo, todos se enriquecen al compartir
los dones de sus diversos puntos de vista.
La estrella surgió en el Oriente (Mt 2, 2). Desde Oriente sale el sol, y
desde lo que hoy conocemos como Próximo Oriente, vino la salvación
de nuestro Dios, por su infinita misericordia, bendiciéndonos con el nuevo
amanecer que viene de lo alto (Lc 1, 78). Pero la historia de Próximo
Oriente se caracterizó, y aún hoy se sigue caracterizando, por conflictos
y luchas, y está manchada de sangre y oscurecida por la injusticia y la
opresión. Recientemente, a partir de lo que se conoce como la Nakba palestina
(término árabe con el que se denomina el éxodo de la población
árabe palestina en la guerra de 1948), la región ha padecido una serie de
guerras y revoluciones sangrientas, así como el auge del extremismo religioso.
La historia de los Magos también está marcada por la oscuridad,
como el caso de la orden despótica de Herodes de asesinar a todos los
niños de Belén y sus alrededores con menos de dos años (Mt 2, 16-18).
La crueldad de este relato resuena a lo largo de la historia de Próximo
Oriente y también en su complicado momento presente.
Fue en Próximo Oriente donde la Palabra de Dios arraigó y dio sus
frutos, y la cosecha fue de treinta, sesenta y hasta cien veces más. Y desde
el mismo Oriente los apóstoles comenzaron a predicar el Evangelio hasta
los confines de la tierra (Hch 1, 8). Oriente Próximo ha dado miles de
testigos y mártires cristianos. Y, aún hoy en día, esta pequeña comunidad
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cristiana se ve amenazada, por lo que muchos de sus miembros se ven
obligados a buscar una vida más segura y en paz en otros lugares. Como
la luz del Niño Jesús, la luz del cristianismo de Próximo Oriente está cada
vez más amenazada en estos tiempos difíciles.
Jerusalén es un símbolo importante para los cristianos, porque es la
ciudad de la paz donde la humanidad fue salvada y redimida. Pero hoy
en día la paz ha desaparecido de Jerusalén. Distintos partidos la reivindican,
pero sin tener en cuenta a los demás. Incluso el culto y la oración
en Jerusalén se han convertido en materia sobre la que se toman medidas
políticas y militares. Jerusalén era la ciudad de los reyes, la ciudad en la
que Jesús hará su entrada triunfal, aclamado como rey (Lc 19, 28-44). Por
eso los Magos esperaban encontrar al nuevo rey recién nacido —según
les había revelado la estrella— en esta ciudad real. Sin embargo, la narración
nos dice que, en lugar de haber sido bendecida por el nacimiento
del Rey Salvador, la ciudad de Jerusalén estaba envuelta en tumultos, al
igual que hoy en día.
Hoy, más que nunca, Próximo Oriente necesita una luz celestial para
acompañar a su pueblo. La estrella de Belén es una señal de que Dios camina
con su pueblo, siente su dolor, escucha su grito y le muestra su compasión.
Nos asegura que, aunque las circunstancias cambien y vengan
terribles desastres, la fidelidad de Dios es infalible. El Señor ni duerme
ni descansa. Camina al lado de su pueblo y sale a su encuentro cuando
está perdido o en peligro. El camino de la fe es este caminar con Dios que
siempre vela por su pueblo y que nos guía por las complejas sendas de la
historia y de la vida.
Para esta Semana de Oración, los cristianos de Oriente Próximo han
elegido, por diversas razones, el tema de la estrella que surgió en el
Oriente. Son muchos los cristianos occidentales que celebran la Navidad,
la fiesta más antigua, que también es la fiesta principal para muchos cristianos
orientales. Es la fiesta de la epifanía, la revelación de la salvación
de Dios a todas las naciones en Belén y en el Jordán. Este énfasis en la
teofanía (la manifestación) es, en cierta forma, uno de los tesoros que los
cristianos de Próximo Oriente pueden ofrecer a sus hermanos y hermanas
de todo el mundo.
La estrella guía a los Magos haciéndolos pasar por el alboroto de Jerusalén,
donde Herodes planea el asesinato de vidas inocentes. Todavía
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hoy en día, en varias partes del mundo, los inocentes sufren violencia
y amenazas, y jóvenes familias han de huir de tiranos como Herodes y
Augusto. En esas situaciones, los seres humanos buscan una señal que
les confirme que Dios está con ellos. Buscan al rey recién nacido, rey de
bondad, paz y amor. Pero ¿dónde está la estrella que los guíe hasta él?
La misión de la Iglesia es ser la estrella que ilumine el camino hacia Cristo,
que es la luz del mundo. Siendo estrella, la Iglesia se convierte en
signo de esperanza en un mundo lleno de aflicción, y en signo de la presencia
de Dios que acompaña a su pueblo en las dificultades de la vida.
A través de la palabra y de la acción, los cristianos estamos llamados a
iluminar el camino para que Cristo pueda revelarse de nuevo a todas las
naciones. Pero las divisiones entre nosotros atenúan la luz del testimonio
cristiano y oscurecen el sendero, impidiendo que otros puedan encontrar
su camino hacia Cristo. Por el contrario, los cristianos unidos en la adoración
a Cristo, abriendo los cofres de sus tesoros en un mutuo intercambio
de dones, se convierten en un signo de la unidad que Dios desea para
toda la creación.
Los cristianos de Oriente Próximo ofrecen estos recursos para la Semana
de Oración por la Unidad Cristiana siendo conscientes de que el mundo
comparte muchas de las aflicciones y dificultades que ellos mismos
experimentan, y de que anhela una luz que lo guíe en el camino hacia el
Salvador, que es el único que vence las tinieblas. La pandemia mundial
de COVID-19 y la consecuente crisis económica, el fracaso de las estructuras
políticas, económicas y sociales para proteger a los más débiles y
vulnerables han subrayado la necesidad global de que una luz brille en
las tinieblas. La estrella que brilló en Oriente hace dos mil años nos sigue
llamando a acudir al pesebre, donde Cristo nace. Nos conduce allí donde
el Espíritu de Dios está vivo y operante, a la realidad de nuestro bautismo,
y a la transformación de nuestros corazones.
Después de encontrarse con el Salvador y adorarlo juntos, los Magos regresaron
a sus países por un camino distinto, habiendo sido advertidos en
un sueño. Del mismo modo, la comunión que experimentamos en nuestra
oración compartida debe inspirarnos a regresar a nuestra vida, a nuestras
Iglesias y a nuestro mundo también por nuevos caminos. Transitar un
camino distinto es una invitación al arrepentimiento y a la renovación de
nuestra vida personal, de nuestras Iglesias y de nuestra sociedad. Seguir
a Cristo es nuestro nuevo camino, y, en un mundo volátil y cambiante, los
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cristianos deben permanecer tan firmes y estables como las constelaciones
y los planetas. Pero ¿qué significa esto en la práctica? Servir al Evangelio
hoy exige el compromiso de defender la dignidad humana, especialmente
en los más pobres, los más débiles y los marginados. Exige por parte de las
Iglesias transparencia y responsabilidad en sus relaciones mutuas y en su
relación con el mundo. Significa que las Iglesias deben cooperar para proporcionar
alivio a los afligidos, para acoger a los desplazados, para confortar
a los abatidos y para construir una sociedad justa y honesta. Se trata
de una llamada a que las Iglesias trabajen juntas, de manera que los jóvenes
puedan construir un futuro conforme al corazón de Dios, en el que
todos los seres humanos puedan experimentar la vida, la paz, la justicia y
el amor. El nuevo camino entre las Iglesias es el camino de la unidad visible
que buscamos con abnegación, valentía y audacia, hasta el día en que
«Dios sea soberano de todo» (1 Co 15, 28).
Propuesta de itinerario de oración para el Octavario
Día 1: Tú nos alzas y nos atraes hacia la plenitud de tu luz. «Nosotros hemos
visto aparecer su estrella en el Oriente» (Mt 2, 2b).
Día 2: La humildad del rey destruye las murallas y reconstruye con amor.
«¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido?» (Mt 2, 2a).
Día 3: La presencia de Cristo pone el mundo del revés. «El rey Herodes se
inquietó mucho cuando llegó esto a sus oídos, y lo mismo les sucedió a
todos los habitantes de Jerusalén» (Mt 2, 3).
Día 4: Aunque pequeños y humillados, nada nos falta. «Tú, Belén […] no
eres en modo alguno la menor» (Mt 2, 6).
Día 5: Guiados por el único Señor. «Y la estrella que habían visto en
Oriente los guio» (Mt 2, 9).
Día 6: Reunidos en adoración al único Señor. «Vieron al niño con su madre
María y, cayendo de rodillas, lo adoraron» (Mt 2, 11).
Día 7: Los dones de la comunión. «Sacaron luego los tesoros que llevaban
consigo y le ofrecieron oro, incienso y mirra» (Mt 2, 11).
Día 8: De las rutas cotidianas de la división a los nuevos caminos de Dios.
«Regresaron a su país por otro camino» (Mt 2, 12).
LA PREPARACIÓN DEL MATERIAL
PARA LA SEMANA DE ORACIÓN
POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS 2022
El grupo internacional designado conjuntamente por el Pontificio Consejo
para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (PCPUC) y la Comisión
Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de Iglesias, con el objetivo
de preparar los textos de la Semana de Oración por la Unidad de los
Cristianos, no pudo reunirse presencialmente debido a la pandemia, por
lo que tuvo que trabajar los textos de manera telemática.
El PCPUC había confiado al Consejo de Iglesias de Próximo Oriente
(en inglés: Middle East Council of Churches), con sede en Beirut (Líbano),
la tarea de escoger el tema de la Semana de Oración de 2022 y preparar
un borrador de los materiales. Eligieron el tema: «Nosotros hemos
visto aparecer su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo» (Mt 2, 2).
Más que nunca, en estos tiempos difíciles, necesitamos una luz que brille
en las tinieblas, y esa luz que proclaman los cristianos se ha manifestado
ya en Jesucristo.
En esta región del mundo donde los derechos humanos son habitualmente
pisoteados por intereses políticos y económicos injustos, afectada
por la actual crisis sanitaria internacional sin precedentes y que sufre por
las pérdidas materiales y humanas a consecuencia de la grave explosión
que devastó Beirut el 4 de agosto de 2020, el grupo ecuménico local ha
hecho todo el esfuerzo necesario para presentar este trabajo fruto de la
participación en los encuentros y reuniones online. Les damos las gracias
de todo corazón y oramos por el crecimiento de la unidad entre los cristianos
de Oriente Próximo, y para que estos textos contribuyan a favorecer
la dignidad de la vida, la justicia y la paz para todos los hombres y las
mujeres de nuestro tiempo y de los tiempos venideros.